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Llegamos a Brujas en tren desde la estación central de Bruselas. Tomamos un autobús hasta nuestro hotel, el Golden Tulip Medici, un bonito alojamiento al borde de un canal. 

La ciudad de Brujas está situada en la provincia belga de Flandes Occidental. Su centro histórico está considerad Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.  En el siglo IX la ciudad estuvo conquistada por los vikingos, por eso el nombre de la ciudad “Brujas” proviene, probablemente de la palabra antigua escandinava «bryggia» que significa “puerto”.

Nos dirigimos a visitar el casco antiguo desde el hotel cruzando los pintorescos canales que atraviesan la ciudad, que son 16. Brujas está considerada como una de las ciudades más bonitas del mundo, y la Venecia del norte. 

Callejear por Brujas es una experiencia fascinante que te transporta a tiempos pasados. Merece la pena perderse entre sus calles medievales de suelos empedrados para descubrir rincones propios de un cuento de hadas. 

Pasamos por la Plaza de Jan Van Eyck, una de las plazas más bonitas de la ciudad, que data del finales del S XVIII, presidida por la escultura del famoso pintor flamenco que le da nombre. Frente a la estatua se encuentra el nacimiento del canal Spiegelrei desde donde salían los barcos hacia el mar atravesando el cercano pueblo de Damme, en la época en que Brujas era uno de los más importantes puntos comerciales de los Países Bajos.

A 5 minutos llegamos a la Grote Markt  o Plaza del Mercado, centro neurálgico y corazón de Brujas, rodeada de antiguas casas gremiales medievales, con sus fachadas de colores y tejados a dos aguas, que actualmente albergan numerosos cafés y restaurantes. 

La plaza está coronada por el Edificio Belford o Campanario de Brujas, obra gótica del S XII con una altura de 83 metros y un carillón en su cúspide de 47 campanas. Se puede subir, previo pago de 15 euros y ascendiendo 366 escaleras de piedra. Las vistas de la ciudad desde el campanario son espectaculares. 

 A 3 minutos nos encontramos con la Plaza Burg. Por el camino, en Breidelstraat 16, te recomiendo probar un gofre casero en Chef Albert; son deliciosos. En la misma calle  también puedes visitar el Museo de la cerveza y degustar alguna de sus especialidades. 

En la Plaza Burg se encuentran edificios tan célebres como el Ayuntamiento, la Basílica de la Santa Sangre y los antiguos tribunales de justicia donde acusaban a las mujeres de brujería en la Edad Media. El Ayuntamiento es un precioso edificio del siglo XIV de estilo gótico con unas fachadas  bellamente adornadas, y afiladas torres.

La Basílica de Santa Sangre de Jesucristo de estilo gótico se asienta en una antigua construcción románica. El interior de la iglesia alberga una venerada reliquia con la sangre de Cristo, supuestamente recogida por José de Arimatéa y traída de Tierra Santa por Teodorico de Alsacia, conde de Flandes. La reliquia se guarda en un suntuoso joyero, hecho en 1817 por un orfebre de Brujas, que utilizó 30 kg de oro, plata y más de 100 piedras preciosas. Vale la pena subir a contemplarla.

A 4 minutos llegamos a la Groenerei, una calle peatonal conocida como el muelle verde por el color de sus aguas y la vegetación que brota a orillas del canal. Las vistas de los viejos puentes Meebrug y Peerdenbrug, de la Iglesia de Notre Dame y de la Torre Belfort, son increíbles. En esta calle se encuentran muchos cafés y restaurantes donde degustar las especialidades locales. 

Seguimos caminando hasta llegar al famoso Muelle del Rosario (a menos de 3 minutos), una de las estampas más bellas de esta ciudad belga, que muestra el bello canal coronado por el famoso sauce llorón entre peculiares edificios clásicos y el puente de piedra. Desde luego vale la pena animarse a realizarlo.

Aquí decidimos realizar una excursión en barca para recorrer los canales que cruzan la ciudad, atravesar los numerosos puentes medievales y observar las encantadoras casas típicas de arquitectura flamenca. El paseo cuesta 12 euros y tienen una duración de media hora. Vale la pena realizarlo porque el paseo es encantador. 

Atravesamos el famoso puente de San Juan Nepomuceno para llegar al Museo Groeninge (Museo de Bellas Artes de Brujas) y al Museo de Memling, antiguo Hospital de San Juan. Ambos contienen infinidad de obras pictóricas de los mejores pintores flamencos de la historia. Sus fachadas exteriores y patios son imponentes.  

Enfrente se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora de Brujas con la segunda torre de ladrillo más alta del mundo (120 m.) En su interior, previo pago de 10 euros, pudimos contemplar la preciosa Madonna de Brujas realizada por el famoso artista Miguel Ángel. 

En un parque frondoso, a espaldas de la iglesia descubrimos el antiguo y romántico puente de piedra de  San Bonifacio, también conocido como el puente de los amantes. 

Muy cerca, a menos de 2 minutos, se encuentra la Catedral de San Salvador, construida entre los siglos XIII y XIV. Es la iglesia más antigua de Brujas.

Fuera del casco antiguo, a unos 10 minutos de la catedral, llegamos al emblemático Parque Minnewater, un paraje muy bucólico y hermoso donde los cisnes campan a sus anchas. 

Dentro del parque se encuentra el Lago del Amor que esconde una bonita historia: una hermosa doncella se enamoró del guerrero de una tribu vecina. Su familia no estaba de acuerdo e hizo todo lo posible para que ella se casara con otro hombre. Ella nunca lo aceptó y corrió hacia el bosque, donde el guerrero la encontró para acabar muriendo en sus brazos y dándola sepultura en las profundidades del lago como muestra de amor eterno. Desde entonces, el lago se ha convertido en uno de los sitios más románticos de la ciudad, aunque en realidad haya sido el antiguo puerto de Brujas durante muchos años.

El parque que rodea el lago es espectacular, e invita a pasear para descubrir esta maravilla natural. También podemos encontrar el Castillo de Falle, de estilo gótico, con aspecto de construcción de cuento de hadas, y un puente de piedra construido en 1740 cuya leyenda asegura que al cruzarlo se conocerá el amor eterno. En él se encuentra la Torre de la Pólvora, creada para la defensa de Brujas.

A pocos metros del parque descubriremos El Begijnhof ( o casa de la Beguina) un lugar indispensable para visitar porque desprende una tranquilidad y misticismo únicos. Se trata de un beaterio que data del S XVII  que es Patrocinio de la Humanidad. Las casas con fachadas encaladas dispuestas alrededor de un pequeño bosque de álamos y una pradera de narcisos acogieron en su día mujeres viudas y huérfanas desamparadas. 

En el recinto se puede la visitar la Iglesia de Wijngaard, reconstruida en el XVIII, y un pequeño museo donde se explica la historia y tradiciones de las beguinas. Actualmente parece que no ha pasado el tiempo en este lugar que ha hecho del silencio su emblema (como nos recuerdan los carteles). Contemplar este recinto al atardecer es una experiencia mágica.

Volvemos de nuevo al casco antiguo de Brujas para disfrutar de sus preciosas vistas nocturnas, cenar y tomarnos una merecida cervecera frente a los canales. 

Al día siguiente, por la mañana, fuimos a visitar Parque de Kruisvest, en la zona noreste, y fuera de las murallas, entre una verde pradera a orillas del canal que rodea la ciudad. En la colina del parque se encuentran 4 pintorescos molinos de viento rectangulares, sostenidos sobre pilares de piedra, que antiguamente servían para moler harina. Destacan el molino Koelewei y el Sint-Janshuis, que data de 1770.